sábado, 12 de septiembre de 2009

omar


Omar nació en Nishapur, alrededor del año 1040 DC, donde también murió, probablemente en el 1124 DC. Allí y en la ciudad de Balj, recibió una sólida educación en los temas de las ciencias y filosofía. En el 1070, se trasladó a Samarcanda, donde el patrocinio del jurista Abú Taher le permitió completar su “Tesis sobre Demostraciones de Álgebra y Comparación”. Con ella logró gran reconocimiento y prestigio, hasta el punto de ser llamado por el Sultán Malek Shah, que le encargó la construcción de un observatorio astronómico situado en Marv, (actualmente Mary, en Turkmenistán) según consigna Nezam-el-Molk, en su libro “Siasat Namé”, en colaboración con otros siete astrónomos y matemáticos, entre ellos: Abdolrahman Jazení y Meimún-ebne Nayib Vasetí.
Omar Khayyam realizó relevantes investigaciones en astronomía, principalmente la corrección del antiguo calendario Zaratustrano. Desde entonces se adoptó una nueva era, conocida como jalaliana o el Seliuk. En 1092 realizó su peregrinación a La Meca, según la costumbre musulmana y a su regreso a Nishapur trabajó como historiador y maestro en matemáticas, astronomía, medicina y filosofía entre otras disciplinas.
Su trabajo literario está escrito en la lengua materna del poeta, el persa (lengua hablada en Irán, Tayikistán, Afganistán, Georgia, parte de la India y parte de Pakistán, también conocida como dari o tayico). En sus poesías se destacan la delicadeza y sutileza en su lenguaje. Como filosófico, Omar Khayyam fue materialista, pesimista y escéptico.
Las obras más destacadas de Omar Khayyam son el Rubayyat, que posee 1000 estrofas epigramáticas de cuatro versos que hablan de la naturaleza y el ser humano.
La lectura del Rubayyat significa un acercamiento a la literatura oriental. Contiene un profundo sentido humano que canta los deleites del amor y los goces de la vida que con las transposiciones de amargura y optimismo, conforman el carácter del individuo acentuado en su realidad. La vida exige al hombre duros sacrificios porque es esclavo de sus propios prejuicios. Entre tantos absurdos no disfruta de su efímera existencia. Khayyam quiere convencer al hombre de que está equivocado y lo invita a que se desnude de dogmas y doctrinas para que aproveche de los valores tangibles de la naturaleza.

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